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lunes, 15 de diciembre de 2014

Cartografía ciega


Yo reconozco este borde blanco indeleble sobre el que ahora estoy parada... Ya estuve antes acá... MUCHAS otras veces.
Lo que aún no entiendo es si es el mismo borde... Si es que voy caminando una especie de cornisa infinita o intento dilucidar alguna especie de territorio como si fuera el más principiante de los antiguos cartógrafos  que queriendo comprender de alguna manera ese mundo que habita va y se para en el borde... (o al menos lo que considera que es el borde) y lo anota, lo dibuja y lo transita. Pareciera incluso que le gusta toparse "sorpresivamente" con ese borde como si no lo viera venir, como si no se lo esperara...
Mi borde es BLANCO, blanco papel antes de empezar a escribirle una carta a alguien, blanco lienzo antes de la primer pincelada a ese cuadro que vengo rumiando hace tiempo en mi cabeza, blanco como un fantasma al que le puedo ir asignando cada vez un nombre diferente, blanco como la parte del ojo QUE NO VE NADA...
Estoy parada acá sin poder marcar ni de casualidad este borde, ni con la torpeza de volcar un café, ni con las suelas de mis zapatos mojados un día de lluvia, ni con la tinta del marcador que no quiero destapar en vano...
Me fui lejos, conocí lugares, traspasé un montón de otros bordes de otros colores ... pero volví y este borde mío sigue estando acá sin nombrar, sin marcar, sin empezar aún a ser útil en este mapa abierto donde no importa si es de día o de noche y la única referencia que tengo es este punto donde estoy parada sin hacer sombra